lunes, 22 de marzo de 2010

20

Me he levantado de la cama, he cogido el lápiz, el cuaderno (cariñosamente lo llamo el cuaderno putrefacto hasta que se le terminen las pocas hojas que tiene) y me he tumbado otra vez. Decidido a escribir lo que jamás he escrito sin tener la menor idea de que escribir. Pensando que este momento es tan ideal para comenzar como cualquier otro instante.
Supongo que seguiré sin hacer nada, mientras la nada me haga un seguimiento riguroso de lo que hago.
Me ha costado muchísimo entender esta última frase, pero al final creo que he logrado entender a que me refería. Y es que hay cosas que entiendo y no las escribo, precisamente por que ya las entiendo, y otras las escribo las entienda o no.
Por cierto, ese cosas dos líneas arriba me da juego para seguir. Me ha recordado a cierta persona que siempre me dice: - ‘‘Cosas’’. ¡No se mete en una redacción! ¡Alarma! ¡No tengo vocabulario! Cosas lo puede decir cualquier persona -. Es curioso, lo más abstracto, lo mas todo y lo mas nada, lo que esconde la palabra cosas es la totalidad de nada. ¡Mentira! – Me rectifico- La totalidad de lo que no sabemos explicar o no sabemos.
¡Oh! ¡Cosas! Que gran palabra para… mmm no me estoy enterando. A ver, mejor, para que se entienda, una rosa es una rosa y una cosa puede ser cualquier cos… ¡Mierda! ¡Que birria de palabra! ¡La odio! Me he esforzado para que me gustase, pero es odiosa, no la aguanto. Voy a empezar a partir de ahora llamar a las sasoc por su nombre.

Cuando Olvidan Su Aroma Silvestre,
Cercano Oriente Sumiso A Sultanes Contundentes,
Obsequiadas Sus Atemorizadas Sirvientes
Con Obscena Sumisión.
Antiguas Sus Creencias Oscurecen Su Amor Saudí.







Sorprendentemente una hekis de estas dimensiones se traduce a nuestro cerebro como prohibición, (al igual que escribir equis de forma incorrecta se traduce a: pero que coño…) da lo mismo, sin darnos cuenta intentaremos leerlo, porque muchas prohibiciones nos incitan un interés mayor, que el mismo asunto en sí, sin estar prohibido. Además es un texto, las letras no saldrán de la hoja formando una bonita daga e intentarán apuñalarte. A mí no me valen esos refranes taaaan bonitos que dicen algo así como… las palabras a veces hieren y duelen más que un puñal clavado en el pecho. ¡Eso es por que seguramente nunca te han clavado ninguno, so gilip…!
Otra cosa sería que alguien tuviera interés en cruzar la autovía corriendo, sabiendo que le pueden arrollar unos cuantos coches. Lo prohibido produce interés, pero es peligroso. Aunque no todas las prohibiciones conlleven el mismo riesgo. Bueno, la tachadura era por que no me gustaba lo que había escrito, no era ninguna prohibición.
¡El poder de la ehkees!

Xabi, el xocoyote de la familia era muy xecudo y le encantaba tocar el xilófono. De hecho, su padre es xilofonista y xenófilo, tiene amigos por todo el mundo.
A Xisco, el tío xenófobo de Xabi, le fascinaban los insectos xilófagos, también los productos hechos de madera, así que procuraba tener siempre xiloprotector en casa. En su casa de cemento y hormigón…

Tampoco tiene tanto poder la ‘‘X’’, no da para mucho más, pero ha estado xaxi.


Las cosas y las equis, siento que falta un tercer asunto de suma importancia que debe ser plasmado, siento que está incompleto, como un cuento que tiene su principio su transcurso y su final, obvio, le falta el final. (Sí, creo que hasta lo disparatado tiene un final).
Veamos, principio= cosas, transcurso= ‘‘X’’, final= ¡Uf! Que complicado. Me voy a comer el bocadillo de jamón y queso, que no entiende de principios, el transcurso es gustoso y el final es saciado.

En el transcurso de la vida nos ocurren ‘‘X’’ cosas, el final se sabe desde el principio.
¡Cambio de sitio! Jajajaja… hasta otro presente. ¡Ñam! ¡Ciaaaao!

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